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viernes, abril 26, 2024
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Informalidad, ¿amenaza o ayuda efectiva?

Un nuevo informe de la Organización Internacional del Trabajo (OIT), sobre el Panorama Laboral 2022, precisa que la tasa de desocupación en América Latina se ubica en 7,9%, regresando así al nivel previo a la pandemia, pero con perspectivas complicadas e inciertas que podrían implicar un aumento del desempleo, la informalidad y la pobreza. Además, la pérdida de valor adquisitivo está afectando a la población. Bolivia, donde los precios de los productos básicos de consumo se mantienen estables, confronta también graves problemas, pero no en la magnitud de los países vecinos. Según el gobierno las medidas económicas han evitado que la crisis golpee al país, y se logró una reducción de la pobreza.

La OIT explicó que, independientemente de los promedios regionales, cada país tiene realidades diferentes, citando que diez de 14 naciones examinadas no alcanzaron su nivel de empleo en 2019 durante el primer trimestre del año y que sólo tres de ellas recuperaron la tasa de participación económica previa a la pandemia. Pero Bolivia registra datos tranquilizadores, por lo menos en la Rendición Pública de Cuentas Inicial 2022, el ministro de Economía y Finanzas Públicas, Marcelo Montenegro, resaltó que la tasa de desempleo abierto urbano se redujo de 8,1% en marzo de 2021 a 5,3% en marzo de 2022. En esa oportunidad Montenegro decía que «Nadie duda que tenemos que luchar contra los problemas estructurales de informalidad, pero es un logro importante tener una tasa de desempleo en descenso». Explicó que la pobreza moderada se redujo de 39,0% en 2020 a 36,2% en 2021, mientras que la pobreza extrema cayó de 13,7% a 11,1%. Otros informes, como de CEDLA, señalan que en 2021 seis de cada 10 hogares vio disminuir sus ingresos, ocho de cada 10 señalaron que ya no les alcanzaba para llegar a fin de mes y cinco de cada 10 estaban endeudados.

El análisis de la OIT explica que el bajo crecimiento, la elevada inflación y la crisis global agudizada por la guerra en Ucrania tienen un impacto no sólo en la tasa de empleo, sino en la calidad de los trabajos. La publicación destaca que la recuperación del empleo se ha basado en los trabajos informales, a los que se atribuye entre el 50% y el 80% de ese repunte, lo que significa que al menos uno de cada dos trabajadores se desempeña en condiciones de informalidad, con todo lo que esto implica. Los datos desagregados muestran que la informalidad en el caso de los jóvenes llega a una media del 63% en once países, un número superior al 48% de los adultos.

La especialista regional de la OIT en economía laboral, Roxana Maurizio, quien también es la autora principal del estudio, estimó además, que la actual situación económica y la inflación afectan el nivel de los ingresos reales, generando una pérdida de poder adquisitivo. «Eso da origen al llamado fenómeno del trabajador pobre, que quiere decir que al margen de tener un empleo, incluso si éste es formal, el trabajador puede vivir en situación de pobreza», detalló, agregando que si bien no se trata de algo nuevo en la región, la incidencia del fenómeno puede incrementarse de forma sustantiva. Maurizio refirió que esta situación demanda la implementación y fortalecimiento de políticas que fomenten la creación de puestos de trabajo formales; refuercen las instituciones laborales como el salario mínimo y la negociación colectiva; apoyen a las empresas, sobre todo a las pequeñas; y garanticen el acceso universal a la protección social y sostenimiento de ingresos a los trabajadores vulnerables.

El impacto de la crisis ha sido más grave en las mujeres, dada la mayor presencia femenina en sectores económicos muy afectados, como la hotelería, los servicios y los hogares. Además, la informalidad es mayor ente las mujeres, lo que las privó de ser beneficiarias de las políticas de sostenimiento del empleo o el ingreso que implementaron diversos gobiernos de la región para aliviar el efecto de las medidas de emergencia adoptadas durante la pandemia. A su vez, la directora regional de la OIT para América Latina y el Caribe, Claudia Coenjaerts, explicó que no existe una fórmula mágica para regularizar y formalizar el empleo. Y la región encara muchos retos en cuanto a la formalización del mercado laboral, advirtió. «Siempre hay necesidad de equilibrar la protección de los derechos laborales, que son muy importantes y, al mismo tiempo, de poder promover un mundo donde puedan crecer las empresas. Y la manera de buscar la mejor solución es tener un diálogo social permanente», recomendó la funcionaria de la OIT. En el caso de Bolivia, gran parte de la ocupación está en el sector informal, que es a donde acude la gente mediante diversas iniciativas para lograr algún ingreso que les permita subsistir. La informalidad acoge al 80 por ciento de la fuerza de trabajo activa, y se ha convertido en la tabla de salvación para la población boliviana. Lamentablemente este sector informal incumple las previsiones básicas en materia laboral y no aporta a la seguridad social, salud ni jubilaciones.

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