El Grupo de Lima está conformado por 14 gobiernos y organismos de concertación política como la OEA y la Unión Europea. EE.UU. no es parte pero está presente ante cualquier caso de amenaza o ruptura del orden constitucional en América y es partidario de métodos coercitivos como solución contra los despotismos.
El Grupo de Lima, entre otras cosas, exige la aplicación de la Carta Democrática Interamericana y proclama como su objetivo principal el fortalecimiento y preservación de la institucionalidad democrática en los países; implica en lo político, el compromiso de los gobernantes con la democracia, teniendo como base el reconocimiento de la dignidad humana y se opone a cualquier ruptura del orden legal o su alteración.
En lo jurídico, se trata de una resolución y no de un tratado, pero es claro que no es una resolución cualquiera, porque fue expedida como herramienta de actualización e interpretación de la Carta Fundacional de la OEA, dentro del espíritu del desarrollo progresivo del derecho internacional. Otra razón, es el intento de acabar con otros dos espacios en la región: Unasur y Celac.
Frente a una agonizante OEA y una Alianza del Pacífico que no logra despegar, el Grupo de Lima es la fórmula elegida como instancia política regional para reinstaurar el orden conservador.
Asimismo, Bolivia suscribió el Protocolo Sobre Compromiso Democrático en el Mercosur, que prevé la plena vigencia de las instituciones democráticas, los que en caso de ruptura, los demás Estados Partes promueven la suspensión del Estado involucrado.
Bolivia no figura en la tríada «del mal», en referencia a Venezuela, Cuba y Nicaragua, porque en el exterior ignoran las violaciones sistemáticas, las pésimas interpretaciones y manipulaciones de la Constitución por parte de obsecuentes «magistrados» del TCP y TSE, quienes han admitido y permitido que el Ejecutivo «licue» sus potestades y los reduzca a simples notarios del poder; desconocen también las muertes causadas durante el régimen boliviano y el crecimiento del narcotráfico.
En este sentido, el Grupo de Lima y el Mercosur son trascendentales para el futuro del país y su ayuda tiene un alcance político internacional, por lo que es oportuno pedirles que dentro de su agenda democrática se informen, estudien y actúen de inmediato sobre el caso boliviano. Pedirles que pontifiquen lo que es democracia y lo que no lo es, comparando el grado de democracia existente en Bolivia en función a lo que acontece en sus países. Pedirles que se pronuncien sobre la decisión soberana del 21F y que adviertan el no reconocimiento de un hipotético cuarto periodo de quienes no tienen legitimidad ni legalidad. Pedirles, en fin, ayuden a los bolivianos a restaurar el ordenamiento legal en el país.