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domingo, mayo 5, 2024
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Malgastar menos para construir más

Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) sobre el gasto público en América Latina y el Caribe revela la ineficiencia y un millonario malgasto equivalente al 4,4 por ciento del PIB de la región. Frente a esta realidad, propone una serie de medidas para hacer eficientes los proyectos sin necesidad de aumentar el costo de las inversiones. Alejandro Izquierdo y Carola Pessino, autores principales de este estudio publicado por del BID, explican por qué para aumentar la prosperidad, hay que pasar por la eficiencia fiscal y el gasto inteligente. Si se gasta menos, se podría proveer los mismos o mejores servicios si encontramos maneras de invertir de manera más inteligente señalan.

Las autoridades nacionales harían bien en recoger las iniciativas de este trabajo, después de las numerosas críticas que el gobierno recibe por inversiones mal destinadas, aeropuertos sin pasajeros, estadios sin público, factorías que no funcionan con toda su capacidad, empresas que operan a pérdida y proyectos frustrados por décadas como el Mutún o el salar de Uyuni.

El estudio del BID se remonta a los últimos 20 años señalando que el rol de los gobiernos y su participación en la economía han aumentado de manera sostenida en todo el mundo. Las razones típicas de gasto público en relación con el producto interno bruto (PIB) se han incrementado de alrededor de un 5% a comienzos de los años noventa a cerca de un 22% en 2018. La participación del gobierno en el mundo desarrollado es casi dos veces superior a la de los países en desarrollo, incluida América Latina y el Caribe (40% vs. 20% del PIB, respectivamente). El último auge de las materias primas de la década de 2000 amplió el tamaño de la participación pública a un 25% en América Latina y el Caribe en su conjunto.

A diferencia de los países desarrollados, el estudio advierte que el gasto en América Latina y el Caribe suele ser pro-cíclico. El gasto corriente aumenta en las épocas buenas (cuando no debería) pero no disminuye en las malas (cuando debería aumentarse). Los economistas predican sobre la importancia de las políticas de gasto llamadas contra-cíclicas. Señala que, según los preceptos keynesianos básicos, el gasto contra-cíclico implica gastar menos en los buenos tiempos (para enfriar la economía y permitir que el gobierno aumente sus ahorros gracias al incremento de la recaudación fiscal y ampliar el gasto en los tiempos difíciles (para mitigar la recesión y acelerar la recuperación). Naturalmente, las políticas de gasto contra-cíclicas contribuyen a estabilizar las fluctuaciones. En contraste, las políticas de gasto pro-cíclicas, que aumentan el gasto en los buenos tiempos y no aplican recortes en los malos tiempos, tienden a amplificar las fluctuaciones y a ocasionar grandes costos sociales, sobre todo afectando a los segmentos más vulnerables de la población.

También observa el estudio el derroche presupuestario en América Latina y el Caribe, que suma 4,4 por ciento del PIB regional. La región necesita gastar mejor, dejando de lado gastos innecesarios para dar paso a desembolsos eficientes que contribuyan al crecimiento sin aumentar la desigualdad.

Temas relacionados con la gobernanza, incentivos políticos e instituciones presupuestarias débiles contribuyen a la ineficiencia. El gasto público en América Latina y el Caribe aumentó en promedio 7 puntos porcentuales durante los últimos 20 años, incremento que, lamentablemente, no se refleja de manera similar en aumentos en el capital físico y humano de calidad o en beneficios sociales duraderos. Dado que es probable que los presupuestos públicos de todos los países de América Latina y el Caribe sigan ajustados durante algún tiempo, todos los niveles de gobierno tendrán que aprender a gastar de manera más inteligente. Las crecientes preocupaciones de los ciudadanos, una población que envejece, cargas fiscales que han llegado a su límite de eficiencia, además de la volatilidad económica internacional, han presionado a los gobiernos para que mejoren la relación calidad-precio de los servicios públicos.

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