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viernes, abril 26, 2024
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Otro proyecto de ley inmoral

Dr. DAEN. Ronald Torres Armas

Las Leyes son generales, coercibles e impuestas a los individuos por la misma colectividad. Los Parlamentarios masistas, envilecidos por su populismo, confunden otra vez militancia con su papel institucional; hoy, promueven una ley para proteger a los delincuentes promotores de los bloqueos. Aun ignoran que para ser representantes se requieren: capacidad para el cargo, lealtad con la ConstituciĆ³n y, servicio al bien comĆŗn, no a sus militantes ni a su partido.

Su propĆ³sito es Ā«desjudicializarĀ» de facto las actuaciones violatorias para evitar la intervenciĆ³n del poder del Estado que controla la legalidad, induciendo en el futuro al incumplimiento generalizado del cĆ³digo penal.

Los parlamentarios masistas dominan el arte del agravio a los ciudadanos, ahora quieren que las acciones delictivas que han destruido propiedad pĆŗblica, que han causado muertes por falta de oxĆ­geno y daƱos severos a la economĆ­a, les salga gratuito.

Querer convertir al soberano en Ā«sĆŗbditoĀ» de caprichos y arbitrariedades de una mayorĆ­a parlamentaria temporal con argumentos absurdos, pero con apariencia de buen derecho, desvirtĆŗa el sentido comĆŗn de la ConstituciĆ³n que prohĆ­be comportamientos en contra del orden jurĆ­dico y que el Legislativo quiere nulificar en forma ilegĆ­tima e ilegal, prescribiendo no solo inmunidad, sino impunidad. Ese ejercicio de cinismo que busca exceptuar de condenas es precisamente lo que induce a la tiranĆ­a sindical y polĆ­tica como forma de escapar de la justicia creando derechos divinos ilimitados para delincuentes.

Todos los ciudadanos somos iguales ante las Leyes; nadie tiene prerrogativas ni privilegios extraordinarios para ponerse por encima de ellas. Ese proyecto de ley es contrario al derecho: crea un paradigma para los polĆ­ticos y promotores de hoy y del futuro. SerĆ­a una Ley vergonzosa, no un mecanismo de protecciĆ³n de los derechos humanos, menos un instrumento que facilite la vida y la convivencia comĆŗn; el Estado no puede ejecutar contra sĆ­ mismo las Leyes que Ć©l mismo se ha dado.

En este caso, la voluntad pĆŗblica que otorgo un Ā«mandatoĀ» al Parlamento es utilizado sectariamente por voluntades que carecen de normas Ć©ticas. AsĆ­, se han convertido en un lastre insoportable, los ciudadanos exigen restablecer la dignidad de la funciĆ³n representativa con la lapidaciĆ³n de un organismo ya inĆŗtil.

No se puede permitir el escarnio de la Ley penal en nombre de la democracia. Toda Ley que irrespete la dignidad humana y los derechos ciudadanos, es injusta, y por lo tanto, nula.

A ese proyecto no basta impugnarla como injusta e inmoral, lo correcto es oponerse, desobedecerla, no acatarla ni cumplirla. La obediencia ciega a las leyes injustas e inmorales es la que lleva a los totalitarismos y su desobediencia es lo que precisamente preserva la democracia.

Manifestemos rebeldĆ­a contra la tiranĆ­a de una ALP fenecida que responde a caprichos por su ignorancia en Derecho Constitucional.

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