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viernes, abril 26, 2024
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Razonables dudas en la población ante el COVID-19 y la plaga política

Bolivia se aproxima a los 40 días de cuarentena con cuadros que en algunos casos parecen alentadores, pero también con dudas y preocupación.

Pese a la saturación de información sobre el coronavirus, es notoria la falta de datos sobre hechos concretos que permitan a la ciudadanía tener la certeza de que se está trabajando con esmero en la línea correcta. Se han hechos anuncios sobre la próxima llegada de reactivos para testear el coronavirus, compra de respiradores, equipos de bioseguridad y otros insumos, pero los centros médicos continúan con carencias. Nuestro país figura entre los que toma menos pruebas para establecer la realidad de la pandemia, sin que hasta ahora exista una explicación coherente.

El gobierno ha confirmado donaciones de organismos internacionales y de varias Repúblicas, han llegado al país algunos equipos y suministros, pero no se conoce de compras que hubiese efectuado de todo lo que se necesita para afrontar una epidemia de la magnitud del coronavirus. Solamente hay anuncios. Es un hecho que la expansión de la enfermedad en el mundo ha multiplicado la demanda de insumos para las pruebas destinadas a detectar el Covid-19, por lo que los test escasean. Las agencias de noticias informan «que los fabricantes de estos reactivos han agotado sus existencias y que la posibilidad de atender nuevos pedidos va a demorar».

Todos los países que reaccionaron tarde en los pedidos de adquisición de kits de pruebas para coronavirus, tendrán que esperar su turno. Lo mismo ocurre con respiradores y equipos de bioseguridad. Parece que Bolivia solo cuenta hasta ahora con los donativos.

Entre los informes se ha señalado que por cada 100 mil habitantes en Bolivia hay cinco enfermos con Covid-19, mientras que el promedio en Europa está por encima de los 300. El índice de mortalidad por cada 100 enfermos es de 5,9, también por debajo de la media de la región. Algunas proyecciones anotaban una cifra mucho mayor para estos momentos en nuestro país. Pero hay un temor fundado de que el país esté en una falsa realidad porque no se están efectuando las pruebas necesarias en la población, entre la que puede haber un número mayor de infectados, algunos sin los síntomas.

Se ha comprobado que este virus produce un alto porcentaje de pacientes asintomáticos que representan alto riesgo de contagio al no establecerse el mal, y no haberse tomado medidas de aislamiento entre sus familiares y contactos.

Hay informes internacionales que afirman que de cada 100 infectados, 75 no presentan síntomas. Pese a ello, el Ministerio de Salud insiste en que solamente se harán pruebas a quienes presentan los síntomas específicos graves. Esta decisión solamente puede explicarse porque no hay reactivos. En una situación de emergencia sanitaria y expansión de una epidemia ¿será aceptable que solamente tres centros realicen los exámenes en el país? Las pruebas de laboratorio se efectúan en INLASA, en La Paz, en el Centro Nacional de Enfermedades Tropicales (Cenetrop), en Santa Cruz, y el Servicio Departamental de Salud (Sedes) de Cochabamba. Otros centros y clínicas privadas efectúan test rápidos que no son plenamente confiables.

Las pocas pruebas que se realizan en el país no garantizan que los indicadores de contagio sean los que se informa. Los criterios que se manejan en otros países son muy claros: si no existen pruebas de laboratorio, no existe paciente confirmado libre o contagiado.

El silencio epidemiológico sobre bases inexactas induce a una falsa calma. Tiene que realizarse pruebas masivamente, solamente así se lograrán datos confiables, y se podrá confirmar que la epidemia ha sido controlada. Mientras tanto, el gobierno debe meditar con propiedad la flexibilización de las medidas de protección, manteniendo el aislamiento y distanciamiento, y en algunos casos, inclusive debe continuar la cuarentena y hasta se tendría que radicalizar las medidas de control.

Hay incertidumbre, no solo en Bolivia sino en el mundo.

Se tiene que evitar gastos insulsos como el de pagar dietas a senadores y diputados de facto, que en los hechos no pueden dar ninguna orientación científica dedicándose a perjudicar, entrabar, la acción gubernamental de prevención y protección contra el virus.

Esos dineros deben ir al sector salud para adquirir con urgencia los requerimientos que los médicos aconsejan.

De otra, pensar en otorgar millones de bolivianos para nuevas elecciones nacionales, es una barbaridad. Si el TSE fija nueva fecha para elecciones debe ser para nacionales y subnacionales en forma conjunta, no hay dónde perderse, de lo contrario se desatará otra plaga que el pueblo no está dispuesto a tolerar. Esos dineros deben ser para pagar a quienes en primera línea contra el mal están exponiendo su vida por falta de equipos de Bioseguridad.

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