La estatal Yacimientos Petrolíferos Fiscales Bolivianos (YPFB) realizó un monitoreo ambiental en el Parque Nacional Área Natural de Manejo Integrado Kaa Iya del Gran Chaco.
De 2002 a 2017, la petrolera realizó trabajos en esa reserva natural, cuya superficie de tres millones de hectáreas la convierten en una de las más extensas del país y de Sudamérica, y por donde pasa el gasoducto Bolivia-Brasil.
Los avistamientos de fauna se incrementaron sustancialmente, reflejó un informe de YPFB, el cual resaltó el éxito de las medidas de prevención y mitigación implementadas como parte del cumplimiento de las licencias ambientales del gasoducto.
Según YPFB, en fauna se registraron 514 especies, 59 de grandes mamíferos, 301 de aves, 89 de herpetofauna (reptiles y anfibios) y 65 de micro mamíferos.
En flora, unas 880 especies de plantas distribuidas en 111 familias y 28 especies de criptógamas (vegetales sin semilla).
Para esa labor la compañía instaló cámaras que captaron 20 mil fotografías de animales que muestran jaguares, pumas, osos banderas, zorros negros, entre otros.
Esas imágenes son procesadas para identificar a cada animal y luego se analizan de acuerdo con sus características morfológicas, puntualizó Rodrigo Quintana, subgerente socio ambiental de Gas TransBoliviano, filial de YPFB.
El monitoreo busca evaluar el impacto de las operaciones en la fauna de la zona y el resultado de las medidas de protección y conservación implementadas para proteger las especies únicas, amenazadas, protegidas o en peligro de extinción.
YPFB opera en el lado boliviano el gasoducto Bolivia-Brasil desde julio de 1999, en territorio nacional tiene una extensión de 557 kilómetros, según la propia entidad.
El mismo comienza en la estación de medición río Grande, próximo a la ciudad de Santa Cruz de la Sierra, atraviesa cuatro estaciones hasta llegar a la frontera.
El ducto es de 32 pulgadas de diámetro con una capacidad de entrega de 32 millones de metros cúbicos diarios, detalló la nota de prensa de YPFB.