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viernes, abril 26, 2024
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Bolivia celebra solsticio de verano y pide nueva relación con la Madre Tierra

La ciudadela prehispánica de Tiwanaku fue el centro del recibimiento del solsticio de verano, que da paso a un nuevo ciclo agrícola tras una prolongada sequía en Bolivia y donde también se presentó la «geapolítica del vivir bien», una propuesta para una nueva relación entre los países desde el respeto a la Pachamama o Madre Tierra.

A la ceremonia ancestral andina asistieron este miércoles el presidente Luis Arce; el vicepresidente, David Choquehuanca; representantes del cuerpo diplomático; autoridades locales y líderes de algunas organizaciones sociales e indígenas.

Arce y Choquehuanca llegaron al sitio arqueológico antes del alba para, primero, hacer una ofrenda a las deidades y ancestros como una forma de «pedir permiso» antes de ingresar a la pirámide de Akapana y cruzar un portal para luego descender unas escalinatas de roca antigua.

Una vez abajo, los recibieron hombres y mujeres amautas o sabios aimaras con braceros encendidos que se alimentaban con incienso y que los condujeron hacia la ofrenda principal situada frente al templo de Kalasasaya.

En ese lugar se acomodaron trozos de madera sobre los que se colocaron las llamadas «mesas», unas ofrendas con formas de animales de colores y otras figuras que representan los bienes que se reciben de la Pachamama, a las que luego se prendió fuego que fue alimentado constantemente con vino y alcohol.

Ese momento espiritual tuvo su culmen cuando los presentes extendieron sus manos con las palmas abiertas en dirección a la gran hoguera que se formó, como símbolo del recibimiento de las energías que se cree llegan con esta nueva etapa.

Esperanza tras la sequía

En su discurso, Arce destacó que el solsticio de verano «augura la producción» de alimentos, porque «vienen las lluvias» y que a partir de este momento comienza un nuevo periodo que, desde la cosmovisión andina, da esperanza para el resto del año.

El mandatario hizo referencia a la sequía que ha afectado al país durante los últimos tres años y que ha sido prolongada puesto que antes ese fenómeno se intercalaba en ciclos anuales de abundante lluvia y sequedad.

«La Pachamama nos está diciendo (con el solsticio) que nos va a bendecir con lluvias y que vamos a producir el alimento para la población (por eso es) importantísimo llegar hasta Tiwanaku», enfatizó.

A su turno, Choquehuanca señaló que el solsticio de verano es una de las cuatro «fechas cósmicas» que en Bolivia se están «empezando a recuperar» para hacer posible un «encuentro» entre las personas con la Madre Tierra, el sol, los ríos y el fuego.

El vicepresidente apuntó que con este nuevo ciclo «empieza la lluvia hasta marzo», que esto también encierra un significado energético puesto que con el agua cobra importancia la «vida» y la «tranquilidad».

Una «geapolítica»

El solsticio de verano ha sido también la ocasión para que el Gobierno realice el lanzamiento de la «geapolítica del vivir bien», que se entiende como una «descolonización de la geopolítica occidental», según explicó.

Choquehuanca mencionó que el significado de «gea» se refiere precisamente a la Madre Tierra y encierra una propuesta de «cuidar la vida», «volver al equilibrio» y al «consenso», algo contrario al modelo de la geopolítica que implica «dominación y sometimiento»

La «geapolítica del vivir bien» implica también un proceso para «reordenar las relaciones internacionales», apuntó el vicepresidente.

Justamente el «Vivir Bien», un valor presente en la Constitución boliviana promulgada en 2009, está ligado al saber de los pueblos indígenas y que resalta algunos aspectos como el complemento y la armonía entre los miembros de una comunidad y con la naturaleza.

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