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lunes, abril 29, 2024
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Intrusión de neofascistas y extremistas

Ya sea por la debilidad de los mecanismos de seguridad del Estado, tolerancia o complicidad, Bolivia ha sido víctima -y probablemente lo es-, de infiltraciones de criminales neofascistas y extremistas que actuaron impunemente en nuestro país. El caso del ultraizquierdista italiano Cesare Battisti, -condenado a cadena perpetua y prófugo desde hace 37 años-, entregado al gobierno de Italia luego de haber sido apresado la semana pasada en Santa Cruz, no es el único. Son varios los extremistas radicales de derecha e izquierda que han desarrollado funestas actividades en Bolivia.

Cesare Battisti, de 64 años, fue capturado por un equipo de Interpol junto a agentes bolivianos e italianos. Battisti huyó de Brasil, donde vivía hace años, pero en diciembre pasado un juez del Tribunal Supremo brasileño ordenó su aprehensión con fines de extradición. Gozaba de asilo político concedido por el expresidente Inácio Lula da Silva, pese a que la justicia había resuelto entregarlo a Italia para que purgue su codena por una serie de delitos.

El fugitivo huyó de Brasil, ingresó a territorio boliviano y solicitó refugio político. Pero en una actuación inédita del actual Gobierno boliviano, se procedió a su detención el sábado pasado en la ciudad de Santa Cruz. Inmediatamente, llegó un avión italiano y el domingo se lo llevó y ahora ya se encuentra en Roma para cumplir una codena de prisión perpetua.

La decisión del gobierno de expulsar a este personaje se distancia de anteriores determinaciones que derivaron en la protección de ciudadanos extranjeros acusados en sus países de acciones políticas radicales y delictivas, bajo la solidaridad por una identificación ideológica. Pero en este caso el radical italiano Battisti no tuvo la misma suerte, pese a reclamos del ala radical del partido de gobierno. Raúl García Linera, hermano del Vicepresidente del Estado, se declaró avergonzado de la decisión gubernamental en una publicación de Facebook que reproducen algunos medios de comunicación, y en los que se lee el siguiente texto: «Hoy, por primera vez, este proceso de cambio actúa contra revolucionariamente, hoy los intereses del Estado se pusieron por encima de la moral revolucionaria, de la praxis revolucionaria». Asimismo, el defensor del Pueblo –que hasta ahora nunca defendió los derechos de los ciudadanos bolivianos- salió en defensa del súbdito italiano. El defensor David Tezanos, observó irregularidades en el proceso de refugio que presentó el italiano al Consejo Nacional del Refugiado (Conare), para que se le conceda el asilo que le garantice su «seguridad, libertad y vida».

Como señalamos antes, no es la primera vez que operan en nuestro país extremistas y “terroristas”. Han dado la vuelta al mundo las actuaciones de Klaus Altman en Bolivia, que operó infiltrado en las Fuerzas Armadas y fue funcionario en varios gobiernos, y resultó ser el nazi Klaus Barbie, acusado de crímenes de guerra. Se le atribuye a este personaje la organización del grupo radical “novios de la muerte”, integrado por varios ciudadanos alemanes, franceses, italianos, y argentinos, que operaron durante el gobierno de Luis García Meza. Entre ellos figuraban los neofascistas Pierluigi Pagliai, Sandro Saccucci y Carmine Palladito; los argentinos Alberto Vilanova, Carlos Martínez y Roberto Correa, y el ex carabinero italiano Marco Marino Diodato, que tuvo extensas actividades vinculadas a las FF.AA.

Diodato también fue acusado de delitos de narcotráfico. Fugó y desapareció del mapa. Sus hijos pidieron que se lo considere fallecido para acceder a la herencia que quedó. Las secuelas que dejaron en el país las operaciones de grupos radicales de derecha e izquierda, neofascistas y otros, van desde la infiltración en organismos de seguridad del Estado, penetración a agrupaciones políticas, violaciones a los derechos humanos, alzamiento armado y delitos de narcotráfico.

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