Todos, unidos, sin distingo de colores partidarios ni políticos, sin ideologías importadas que hacen dependiente a los pueblos, debemos honrar a quienes nos legaron un solar nativo que tenemos el deber de protegerla, hacerla progresista y lograr su desarrollo.
Fueron los protomártires de la Independencia que, con guerrillas, pusieron en jaque a las fuerzas imperiales de España, el Libertador Simón Bolívar y Antonio José de Sucre, junto a nuestros compatriotas, derrotaron a los ejércitos del yugo que intentaba seguir postergando a esta tierra de libres.
Han transcurrido 194 años, en la que, por rencores, en discorde, por apetitos personales de algunos gobernantes, volvimos a ser postergados, no se permitió «haya libres pensadores», se ataron a ideologías que sembraron el surgimiento de partidos que, menospreciando los sacrificios de nuestros manes de la patria, a título de luchar contra el imperialismo del Norte nos sometieron a otros imperialismos. Hubo varios gobiernos de facto, de fuerza, que colocaron a Bolivia al borde de la quiebra institucional, en 1982 el pueblo junto a fuerzas nacionalistas, recuperó el Estado de Derecho, la democracia, desde dicha fecha han transcurrido más de treinta y siete años en la que con sacrificio se sostiene, con luces y sombras, el proceso democrático, pero que hasta la fecha no logra consolidarse porque no se obedece lo que manda la Constitución Política del Estado.
El 6 de agosto de 1825, en homenaje al Libertador, la Asamblea Deliberante designó a nuestra patria con el nombre de Bolívar, República libre, soberana e independiente.
A posteriori, se aprobó lleve el nombre de República de Bolivia.
Quiera Dios iluminar a quienes gobiernan que en acta de reflexión se interesen en hacerla una patria próspera, progresista y con desarrollo integral, obedeciendo lo que manda y ordena la Constitución Política del Estado y de ninguna forma atentar contra los derechos Fundamentales de las Personas y las libertades consagradas en la Carta de las Naciones Unidas, entre ellas la libertad de expresión, prensa y difusión del pensamiento, dejando de lado los mezquinos propósitos de «asfixiar» a los medios de comunicación, sobre todo a los medios impresos que significa constancia de actuados de quienes pasan por la administración pública, como servidores públicos, miedo a que con el tiempo los periódicos impresos se constituyan en prueba fehaciente e irrefutable sobre actos y actuados de quienes en lugar de administrar bien la cosa pública ingresaron en el campo de la corrupción y de ilícitos.
Nuestra patria merece respeto y acatamiento a las Leyes por gobernantes y gobernados.