El turismo es uno de los sectores más afectado por la paralización del país como consecuencia de la pandemia, hecho que ha obligado a dejar de operar momentáneamente a decenas de emprendimientos relacionados a esa actividad, poniendo en riesgo miles de empleos.
Los operadores se encuentran preocupados porque algunas empresas no podrán reponerse del colapso económico. Algunos hoteles han cambiado de objetivos, y se han convertido en dependencias para hospitalarias; las agencias de viajes están inactivas, las flotas de transporte internacional, interdepartamental, interprovincial y las que hacen transporte especializado de turismo, quedaron sin ingresos. Los artesanos y manufactureros que comercializaban souvenirs, dejaron de trabajar.
Lo peor es que de acuerdo a las previsiones internacionales, el movimiento de viajeros, reapertura de aeropuertos, restablecimiento de operaciones de las líneas aéreas, etc., va a demorar algún tiempo más, e inclusive se estima que volverá a tener alguna normalidad precaria para diciembre. El sector del turismo da trabajo a miles de personas en el país, tanto en las ciudades como en los pueblos donde hay atracciones para los viajeros, con un amplio movimiento en hoteles, alojamientos, restaurantes y otros servicios que van desde transporte hasta las manufacturas autóctonas y vestimenta.
Como idea, que tal si el ministerio de educación programe alguna fecha intermedia entre lunes y sábado para que alumnos de secundaria tengan oportunidad de asistir a cursos «inteligentes», a manera de disertaciones capacitadoras, a desarrollarse en salones de los hoteles, manteniendo la distancia de un metro y medio entre los alumnos de manera que el Estado coopere a los cursantes y a los hoteleros, todo previa conformidad de precios de alquiler de los salones ,obvio que tendrían que ser muy económicos.