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lunes, abril 29, 2024
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Otro triste Día del Niño

Ayer se ha recordado el «Día del Niño», en nuestro país, con algunas manifestaciones de comprensión y sentimiento de algunas autoridades, instituciones y probablemente en los hogares, ratificando el amor por los niños y la necesidad de protegerlos. Se trata de una circunstancia especial de alto contenido moral que obliga a todos a preocuparse por el presente y futuro de la niñez. Lamentablemente, cada vez es más notoria la ausencia de responsabilidad institucional sobre este tema, y también una pasividad en las familias frente a graves riesgos que se arrastran desde hace mucho tiempo, y nuevos peligros que se ciernen sobre la infancia en general.

Recordemos que el 12 de abril de 1952 la Organización de Estados Americanos y UNICEF aprobaron la «Declaración de Principios Universales del Niño», para luchar contra la desigualdad. En Bolivia, respondiendo a esa iniciativa, se instituyó el Día del Niño el año 1955, durante la presidencia de Víctor Paz Estenssoro. En ese momento se exhortaba a los padres y educadores a cuidar y proteger a los niños de todos los peligros que existen en la sociedad, alejándolos de la delincuencia, las drogas, y buscar una buena educación, transmitiéndoles valores, respeto, unión familiar y hacer que lleguen a ser ciudadanos ejemplares. Hoy la situación ha cambiado y lamentablemente las escuelas ya no son el templo del saber y de la formación. Ahora, allí se pretende inculcar falsedades, adoctrinar políticamente, y lo peor, inducir a niñas y niños a dudar de su calidad de varones o mujeres, para explorar opciones forzadas. Los maestros están en las calles demandando que se respete la verdad en la educación y que no se utilice políticamente a la niñez.

Estos nuevos peligros se ciernen sobre la niñez en general mientras los gobiernos aprueban leyes de protección a la infancia que no se cumplen por falta de recursos. Se crean proyectos y disposiciones para que, supuestamente, a los niños no les falte atención médica, pero la realidad dice que no hay suficientes centros especializados. Hasta se ha creado, demagógicamente, un Sistema Universal de Salud (SUS), sin contar con los fondos para sostenerlo ni contar con hospitales y centros médicos para asumir semejante aspiración.

En el Día del Niño deberían celebrarse los avances conseguidos, y llamar la atención sobre la situación de los niños y niñas más desfavorecidos, dar a conocer los derechos de la infancia y concienciar a las personas de la importancia de trabajar día a día por su bienestar y desarrollo. Pero los hechos muestran retrocesos. A propósito de la infancia, en la ONU, la Comisión de Población y Desarrollo ha iniciado su 56 período de sesiones con el objetivo de debatir sobre el impacto que tiene la educación sobre la población y el desarrollo sostenible. En el evento se señaló que, a pesar de muchas promesas y algunos avances, hay 263 millones de niños y jóvenes sin escolarizar y el 70% de los niños en los países pobres no comprenden un texto básico. Se debe invertir en educación para que realmente se consiga un desarrollo sostenible.

Durante su discurso de apertura en la Comisión, que sesionará hasta el 14 de abril en Nueva York, la vicesecretaria general de la ONU, Amina J. Mohammed, ha declarado que «nos enfrentamos a una triple crisis en la educación: la de la equidad y la inclusión, la de la calidad, y la de la pertinencia para dotar a las generaciones actuales y futuras de las competencias que necesitan para prosperar en un mundo en rápida transformación». Por todo ello, Mohammed ha instado a los Estados a adoptar acciones específicas para ofrecer una educación en la primera infancia y un aprendizaje permanente para todos. Explicó que «necesitamos iniciativas que preparen a todos los alumnos para el cambio climático y los conecten a internet y a las innovaciones digitales (…) Tenemos que permitir que los niños y jóvenes afectados por las crisis accedan a una educación de calidad, empoderando a todos los jóvenes para que contribuyan eficazmente a nuestro futuro colectivo».

En relación con la desigualdad de género, la vicesecretaria ha hecho referencia a cómo la educación de mujeres y niñas ayuda a «reducir los riesgos de matrimonio infantil, mutilación genital femenina y violencia de género» y «contribuye a reducir las tasas de fertilidad, a obtener mejores resultados durante el parto, a aumentar la autonomía de las mujeres y las niñas en la toma de decisiones y a incrementar el acceso al empleo». A su vez, la directora ejecutiva del Fondo de Población, Natalia Kanem, ha añadido que la educación permite a las mujeres planificar el número de hijos y cuidar de su salud de una mejor manera. «Es más probable que recurran a la atención prenatal, vacunen a sus hijos y acudan a los servicios sanitarios cuando ellas o sus hijos necesiten atención». Declaró, además, que con una educación «es más probable que participen en el mercado laboral formal y que obtengan mayores ingresos», y sin embargo, las mujeres constituyen dos tercios de los 770 millones de adultos que no saben leer ni escribir. «La ayuda oficial al desarrollo para la educación debe aumentar, junto con un mayor apoyo nacional para reforzar los sistemas educativos, complementado con políticas de apoyo, un entorno político, jurídico y social, propició el acceso digital universal y las condiciones pacíficas para que los estudiantes prosperen», afirmó la directora.

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