18.1 C
La Paz
viernes, abril 26, 2024
InicioBoliviaRafael Quispe toma las riendas del Fondo de Desarrollo Indígena

Rafael Quispe toma las riendas del Fondo de Desarrollo Indígena

El palacio de Gobierno en La Paz fue escenario este martes de una ceremonia tan peculiar como su protagonista, el inigualable tata Quispe, un indígena aimara que toma las riendas de un fondo estatal que arrastra un millonario caso de corrupción.

Rafael Quispe dio este día el salto de diputado opositor a director del Fondo de Desarrollo Indígena, con la promesa de que no quedará impune el proceso que aún colea por casi 145 millones de dólares.

Un personaje sin igual

Ataviado con el sombrero y el poncho rojo que identifica a indígenas del altiplano, esperaba paciente en el claustro de palacio rodeado por «hermanos» que masticaban hoja de coca, una práctica tan ancestral como legal en Bolivia.

Cuando la presidenta interina del país, Jeanine Áñez, se acercó para darle dos besos de enhorabuena, uno más que la costumbre del país, alzó su bastón de mando como tata, autoridad indígena.

Áñez acabó como las autoridades indígenas presentes en la ceremonia, con el sombrero y el poncho, aunque es indumentaria más propia de varones.

Las primeras palabras del tata, en un discurso en español y en aimara, fueron para nombrar a varios de los 36 pueblos originarios reconocidos en la Constitución que promulgó Evo Morales, el primer presidente indígena salido de las urnas en Bolivia.

Quispe citó a pueblos de las tierras altas de los Andes, representados a sus espaldas por la bandera multicolor whipala, institucionalizada por Morales.

Y de las tierras bajas de la Amazonía, con la flor nacional del patujú sobre una enseña blanca, introducida ahora por Áñez, originaria de la región amazónica.

Indígena aimara al igual que Morales, en sus primeras citas fue bien crítico con el que por casi catorce años fuera el presidente de una de las naciones con mayor población originaria de América.

El fondo indígena

«Dañados, maltratados y vulnerados sus derechos sistemáticamente», denunció que se sintieron en esta etapa quienes siendo también originarios no comulgaban con sus políticas.

«Doy la cara como siempre lo he hecho», sentenció quien en su carrera política ha sido habitual en el banquillo de acusados por denuncias de sus rivales políticos.

Con ese espíritu inquebrantable avisó de que llega para «poner orden» en un fondo de desarrollo indígena «convertido en billetera» para otorgar «un bono de lealtad» a los fieles a Morales.

El escándalo comenzó en 2013 con denuncias de desvío de fondos que no llegaban a zonas rurales porque supuestamente se los quedaban quienes los gestionaban desde La Paz, aunque en su mayoría las causas fuero sobreseídas y culparon técnicos sin cargos políticos.

«Tienen que estar donde están los delincuentes, en la cárcel», advirtió a los gestores políticos que primero someterá a una auditoría para ver dónde fue «la plata» de un «desfalco millonario» para que no queden impunes procesos estancados en todos estos años.

Las ocurrencias de Quispe

La entrada del tata Quispe en palacio es un nuevo gesto de la presidenta interina hacia indígenas que tuvieron sus más y sus menos con su antecesor al frente del país.

Días atrás eran recibidos en la sede de Gobierno originarios del oriente de Bolivia con sus camisas blancas y sombreros de paja, que hace unas semanas protagonizaron una larga marcha para criticar la gestión del anterior Ejecutivo frente a devastadores incendios que arrasaron su bosque.

O los Qhara Qhara, que hace unos meses recorrieron cientos de kilómetros hasta La Paz en defensa de derechos ancestrales sobre sus tierras.

Rafael Quispe siempre dio que hablar desde que llegó a La Paz procedente del ayllu o comunidad originaria Sicuypata, en la marka o lugar de Caquingora, del suyu o región Pakajaqi.

Desde la opositora Unidad Demócrata protagonizó escenas citándose sin miedo con sus rivales políticos a un duelo a latigazos a las puertas del Parlamento, llegando con una canasta de huevos para un fiscal que le procesó, porque según él no los tenía, o criticando ante las cámaras por fea a la dirigente indígena que le denunció.

«El Rambo de la democracia», se definió en una de sus últimas ocurrencias cuando un ministro de Morales dijo que Bolivia podría convertirse en «un nuevo Vietnam».

ARTÍCULOS RELACIONADOS

MÁS LEÍDAS

- Publicidad -