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domingo, mayo 12, 2024
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Se impuso la abstención

Probablemente las elecciones primarias no tengan significación en cuanto a sus objetivos centrales dirigidos a democratizar a los partidos políticos, pero han permitido señalar al país una dirección inequívoca. El ausentismo ha sido la principal característica de estos comicios, debieron votar un millón 700 mil ciudadanos, registrados en partidos políticos como militantes, pero acudió a las urnas apenas un 37%, según los datos preliminares. La actitud de la población ofrece una serie de señales que los políticos deberían aprender a decodificar, para rectificar conductas, y responder a las ansias de la ciudadanía, que percibe los hechos e intenciones más allá de lo que los políticos creen.

El objetivo central de estas elecciones era conseguir la institucionalidad de los partidos políticos. No se ha cumplido esta misión. La abstención probablemente sea la mayor en el historial de los comicios en el país, y pone en evidencia varios factores que merecen ser tomados en cuenta, no solamente para rectificar caminos, sino para comprender mejor la idiosincrasia del pueblo boliviano.

El resultado del experimento de las primarias ha generado diversas interpretaciones. El oficialismo considera como éxito el haber logrado más votos que otros frentes. La oposición, a su vez, compara el mezquino caudal de votos de estas elecciones con los más de dos millones de votos que le dijeron No al oficialismo en el referendo de 2016. Pero callan cuando deben analizar su incapacidad para organizarse o de buscar consensos.

Es verdad que la Ley de Organizaciones Políticas fue aprobada precipitadamente pese a las recomendaciones del Tribunal Supremo Electoral que advirtió que la condicione no estaban dadas para que se aplique la ley en forma inmediata, pero eso no mitiga la responsabilidad de la oposición que ha tenido 13 años para reaccionar, organizarse y consolidar posiciones.

También es cierto que el Gobierno dejó sin tiempo a la oposición para estos comicios. Es más, el vocal del Tribunal Supremo Electoral (TSE), Antonio Costas, en un programa radial reconoció que las condiciones aún no estaban dadas para aplicar este año las elecciones primarias. Recordó que la propuesta del Órgano Electoral Plurinacional (OEP) establecía una aplicación progresiva que, obligatoriamente, se aplicaría desde el año 2024.

La precipitación ha generado protesta y el resultado ha sido la abstención. Un hecho que se debe tomar en cuenta frente a la reacción ciudadana es el olvido de los políticos de un hecho evidente: la mayoría de los ciudadanos está consciente de su poder, conoce su fuerza acumulada en la sociedad gracias a las conquistas del proceso democrático que garantizan los derechos ciudadanos a la libertad de decidir, sin imposiciones ni chantajes. El ciudadano sabe que tiene el derecho y las garantías para opinar y expresarse en libertad. Es el sistema democrático, que pese a sus debilidades, imperfecciones y flaquezas, ha permitido importantes avances.

Recordemos que la reforma del Estado no fue un proyecto concebido por los «padres de la patria», los legisladores o líderes políticos llamados a hacerlo. Surgió de las bases, de la gente desesperada por que todo seguía igual. La voluntad de cambio surgió de los movimientos sociales cansados de la corrupción, la prepotencia y el engaño. Surgió de los campesinos cansados de ser excluidos.

El fracaso y muerte de los partidos políticos tiene su origen en su tendencia a pretender su permanencia en el poder a cualquier costo. Pero la ciudadanía sabe cómo responder a estas situaciones. Lo ha hecho en muchas oportunidades y ha señalado su voluntad de diferente manera, en algunos casos acudiendo a las urnas para decir No al cambio de la Constitución Política del Estado para favorecer a una reelección presidencial, en otras, para rechazar al sistema judicial corrupto. Ahora, ha mostrado su rechazo a unas elecciones primarias «innecesarias y costosas» y ha demostrado que son más los bolivianos independientes que prefieren inhibirse de pertenecer a tiendas políticas.

Es necesario comprender que lo más grave y decepcionante que podría ocurrir, es que se vuelva a traicionar la voluntad democrática del pueblo. Sus consecuencias pueden ser funestas.

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