9.2 C
La Paz
martes, mayo 21, 2024
InicioOpiniónLa disputa por la sigla MAS-IPSP

La disputa por la sigla MAS-IPSP

No es la primera vez que los enredos de un partido político rebalsan y rebasan sus luchas internas para comprometer la funcionalidad institucional, desviando la atención prioritaria que deberían tener los problemas nacionales, para concentrar las energías del aparato administrativo, económico y político en un asunto exclusivo y limitado a una agrupación política. Esta distorsión perjudica la normalidad y pone en riesgo el cumplimiento de funciones de los Órganos del Estado, que se ven envueltos en las disputas de los bandos que entraron en pugna por imponer supremacía. Lo peor es que esa disputa tiene que ver con el control del gobierno central, la Asamblea Legislativa, el poder judicial y hasta el organismo electoral, instituciones que resumen la representación de todos los ciudadanos del país y de todos los partidos y agrupaciones políticas, pero que ahora son objeto de manoseo del oficialismo.

La división del Movimiento Al Socialismo, ha dado lugar a una lucha por el control del poder que todavía ejerce esa fuerza política que tiene una gravitación determinante en los Órganos del Estado, que se han convertido en el escenario de sus pulsetas. A su vez, esta situación es producto del enorme poder que acumuló este partido, que en diversas elecciones obtuvo la preferencia de los votos de la ciudadanía. Esa preferencia, sin lugar a dudas se fundó en la estructura de esta fuerza política con las organizaciones sociales que nutrieron a lo que consideran su instrumento político, que tuvo, además, un indiscutido liderazgo en la figura de Evo Morales Ayma, hasta que decidió postular nuevamente a la Presidencia, en contra de la voluntad del pueblo que le dijo No, en un referendo. Pese a ello violando la Constitución Política del Estado se lanzó a otra reelección en 2019, en la que producto de evidencias de fraude, el mismo presidente Morales anuló las elecciones, y cuando «las pititas» salieron a las calles, renunció a pedido del Comandante en Jefe de las FF.AA. y de sus propios colaboradores, y huyó dejando un vacío de poder, que fue llenado por un gobierno de transición.

Probablemente ese fue el final del liderazgo de Morales, ya que la militancia del MAS siguió luchando por volver al poder, y lo consiguió en las elecciones de 2020 con Luis Arce como candidato, mientras Evo se cobijaba en México y Argentina. En ese momento, el liderazgo de Morales pasó por una transformación que le resultó inaceptable, porque el poder ya no era suyo, y tampoco podía mandar detrás de la silla presidencial. El líder, que parecía irremplazable, pasó a un segundo plano. Ese liderazgo que había sido construido con esmero con el apoyo de algunas ONG, y el concurso de Filemón Escobar, y varios dirigentes mineros y campesinos, se fue eclipsando, y en lugar de pasar a un protagonismo de apoyo al gobierno establecido, pretendió cambiar ministros, y pasar por encima del primer mandatario elegido en las urnas.

Al no lograr su propósito decidió atacar al gobierno, y convertirse en oposición, destapando una serie de escándalos y presuntos actos de corrupción. A su vez, el nuevo caudillo, decidió mostrar que tiene el poder y sabe utilizarlo, ratificó a sus ministros, restableció la lucha contra el narcotráfico, desmantelando fábricas de droga en el Chapare, y eliminó los descuentos obligatorios a los sueldos de los empleados públicos como aportes para el MAS. Evo Morales protestó, pero se quedó sin esos recursos.

Frente a esa situación, Morales decidió jugarse, tal vez, su última carta: Apropiarse de la sigla del MAS-IPSP, y convocó a un congreso en el que fue reelecto como presidente de esa fuerza política y candidato para las elecciones de 2025. En respuesta, el presidente Luis Arce Catacora, -pese a que dice que no está en campaña, pero intensifica la propaganda en radio, televisión, prensa y redes sociales con su imagen infaltable- participa de un cabildo que desconoce el congreso del MAS, y apoya a su gobierno, pero que le pone exigencias no previstas. Como complemento, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) determinó la anulación del congreso del MAS, dejando en nada sus determinaciones. Los dirigentes masistas del ala de Evo Morales, anunciaron acciones legales en contra del TSE, en tanto que desde el Órgano Electoral rechazaron las amenazas en su contra.

La lucha parece haber virado ahora hacia el núcleo o piedra angular del conflicto o de su solución: la sigla MAS-IPSP, que parece ser un símbolo político capaz de unir o acabar con el trayecto masista. A propósito de este tema, un interesante artículo de Lorgio Orellana Ayllón, investigador y docente de IESE-UMSS, parece que dio en el meollo, es decir, la esencia del conflicto. Dice que, «Caída la efigie del caudillo, lo que queda es la sigla MAS-IPSP, que como símbolo aún está intacto. Si el Gobierno de Arce Catacora logra apropiarse del símbolo, quitándoselo a sus históricos fundadores, los campesinos cocaleros del trópico de Cochabamba, quedará igualmente roto. Ya no servirá a Evo Morales, evidentemente, pero está claro que investir a Arce Catacora con el símbolo del MAS equivale a usar un ropaje prestado».

ARTÍCULOS RELACIONADOS

MÁS LEÍDAS

- Publicidad -