La habilitación de un cementerio COVID-19 en la ciudad de La Paz ha causado la resistencia de un grupo de vecinos, que protestan por la intervención en un área de un bosquecillo.
«No al cementerio COVID-19», dicen algunas pancartas colocadas en la alambrada que rodea un terreno baldío al lado de una autopista, mientras otras mencionan que afectará un bosquecillo al lado, que está situado en plena ciudad.
Las protestas de casi un centenar de vecinos de los barrios cercanos han intentado esta jornada cerrar la autopista que vincula a La Paz con El Alto.
Los argumentos varían y hasta señalan que el lugar es tan solo un relleno de tierra que en tiempo de lluvias puede llegar a erosionar, lo que pondría al descubierto cadáveres que se entierren y resultar un perjuicio para los vecinos de barrios apostados entre los cerros cercanos.
La Alcaldía paceña anunció la habilitación de un área de 5.000 metros cuadrados en el llamado bosquecillo de Pura Pura, en el norte de la ciudad, destinado para enterrar a unos 1.300 fallecidos por el nuevo coronavirus.
El municipio justifica la acción al precisar que los trabajos sobre el terreno no afectarán el patrimonio ambiental de la ciudad, ya que está en un sector sin vegetación, y que en una futura fase se harán mejoras para volverlo un cementerio jardín.
El Cementerio General de La Paz ha reportado un incremento en la recepción de fallecidos únicamente en julio pasado de un 500 por ciento, por los casi 2.000 cadáveres que han llegado sobrepasando los 400 que habitualmente que se acogían cada mes, según datos del municipio.
El departamento de La Paz es la segunda región más afectada por casos de la COVID-19 en Bolivia, con 25.776 contagios de los 100.344 del conjunto del país, detrás de los 38.416 que acumula Santa Cruz.
Bolivia registra 4.048 muertes por el nuevo coronavirus desde la aparición de los primeros casos en marzo pasado, de acuerdo a datos oficiales.